Sólo aparece una vez en la vida. El siguiente beso nunca ya, será el primero. Siempre reposa en los labios novatos, ansiosos y muertos de ganas de besar. Es torpe, impreciso y tímido, pero envalentonado.
Sabe como a chocolate. Es febril, inexperto y nervioso. Se sirve con calentura e imprecisión, con exceso de maquillaje y perfume y tratando de parecer más conocedor en la materia. Rara vez se guarda en secreto, tanto si se da como si se recibe, es publicado con una gran sonrisa y la chulería del que ya sabe más de la vida.
Tiene fama universal por ser un beso que se recuerda toda la vida; parece, por lo tanto, que se escribe con la misma tinta que el “BESO” (en mayúsculas).
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