Vistas de página en total

martes, 12 de enero de 2021

Y si vuelves.... ¿qué hago?

    Es increíble como, de un momento a otro, la vida cambia, se detiene eso que te hacía sentir en la nubes, esa persona que antes estaba…. ya no te habla, ya “no quiere nada contigo”. Es entonces cuando te ves en una noria que gira y gira más rápido  de lo que puedes soportar en ese momento. Necesitas que pare, necesitas un minuto para decirte: “

    ¿Qué ha pasado?, ¿Dónde han quedado las palabras, los gestos?”….

    Siempre he dicho, y lo mantengo, que es mejor no decir cosas que igual no puedes cumplir, puesto que la persona que lo escucha, esa a la que se lo dices, te creerá, claro que te creerá, más si se lo dices mirándola a los ojos. Y a pesar de todas las decepciones que me he llevado en mi vida, aún sigo creyendo que una mirada dice más que mil palabras, que las cosas mirándose de frente no pueden ser de mentira, pero veo que puede haber “especialistas” de la mentira que saben fingir muy bien, que te hablan tan convencidos, que es inevitable que no lo creas.

    Te conocí. Por fin te conocí. Te tuve a mi lado, mirándome, hablándome, tocándome, eso no lo voy a olvidar tan fácilmente. Tus besos espontáneos, me los creí. Me pusiste nerviosa y mi lado cursi no se lo enseño a cualquiera. Pero has jugado conmigo, parecías convincente y ahora piensas lo contrario. Dices una cosa y luego es otra y, lo siento, pero no sé con qué quedarme, porque una persona no cambia de opinión tan rápido, y tú….. no vas a ser la excepción.

    Ayer, para mí, la vida se me detuvo un tiempo. Me dio otra lección: “no confíes en cualquier palabra, no confíes en cualquier gesto, no te entregues tanto”. Siempre me dice lo mismo, pero siempre termino cayendo, porque es inevitable, porque una siente y ante esos sentimientos no hay autocontrol que valga.

    Hace tiempo la vida me habló de ti, pues esta no es la primera vez que “despareces” de mi vida. Sí, claro que me he preguntado: “¿Volverá a suceder?”, porque dicen que no hay dos sin tres. Ayer me recordó cosas que tal vez ya había olvidado o que, simplemente, tenía guardadas. Necesitaba, y necesito, es abrazo que ahora nadie puede darme. Necesito llorar, sí, porque si lo echo fuera no me dolerá tanto dentro.

    No podemos decidir cuándo, dónde, por qué y con quién, porque cuando no esperas nada, todo llega….., o no. Y últimamente, ese es el pensamiento que me atormenta. Que debe ser que yo tendré algún problema, alguna tara que no resulta atractiva para nadie. No me agobia estar sola, pero no puedo negar que me apetece vivir algo bonito, diferente, algo verdadero. Por intención no es.

    Realmente hemos venido a aprender. Intentarlo las veces que haga falta no es perder. Solo hay que entender que hacerlo mal es parte del proceso, de eso también se trata la vida. El orgullo se esfuma cuando alguien te importa, y la sinceridad brilla por sí sola cuando quieres a alguien de verdad. No estamos para rogar, para exigir ni para sacar respuestas con sacacorchos, ni para pedir explicaciones, tampoco para darle más vueltas a la cabeza de las necesarias. Estamos para vivir en paz y con la conciencia tranquila de hacer las cosas bien y, siempre, de y con corazón. Y aceptar, sólo, a quien lo haga de la misma forma.

    Olvidamos, con demasiada frecuencia, que la vida es corta, que hay que decirle a la gente que quereos cuánto nos importa. Se nos olvida que podemos con todo, y que todo es pasajero. Que lo que damos siempre vuelve de algún modo, que lo que callamos pesa, que las personas pasan, que las deudas se pagan, que las heridas sanan y que es el tiempo, el único que no regresa.

    Quizá en otro momento, en otras circunstancias o en otra vida, tú y yo podamos volver a coincidir, y quién sabe qué pueda pasar entonces. Estoy segura de que nos reconoceremos, aunque tengamos otras caras o cuerpos, porque no se sienten con cualquiera todas las cosas que sentimos.


        Io*