Escríbeme una larga carta que hable de amor y alegría; échala con urgencia al buzón de la risa. Por remite, ponme el viento, que venga deprisa, que atraviese fronteras de sollozos y suspiros.
Que diga que podemos querernos hasta morirnos y gritar hasta quedarnos sin palabras.
Y quiero que me diga que una estrella puede caber en mi mano abierta, y que la luna de mis noches se puede acostar también en tu cama de cariño. Que me diga que mañana los hombres serán más sinceros, más solidarios y menos carniceros.
Ojala que tu carta llegue a tiempo, que venga flotando entre olas de esperanza y venga salpicada con espuma de risa.
Pd.: A ti, que no puedo decírtelo directamente a la cara, ese día en el que tú no podrás separarte de mí, no tardará mucho en llegar, lo sé.
Io*
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