Somos una generación centrada en sentir cualquier
cosa, por estar acompañad@s, sea como sea. Una generación a la que le da más
miedo enamorarse que cruzar por la calle sin mirar mientras habla por el móvil.
Siempre estamos mirando la hora como si fuésemos a llegar tarde, pero... ¿tarde
a qué?, si ahora nadie te espera más de 5 minutos.
Exigimos sin haber dado nada aún, y creo que no sabemos querer, pero creemos que lo
hacemos, y éso se nos da de puta madre. Somos una generación perdida, y no porque no
estemos preparados, sino porque buscamos tan desesperad@s en vez de esperar,
que acabamos perdidos sin saber a dónde ir.
Os cuento.
A mí me cuesta creer que las cosas buenas son de
verdad, porque suelo tender a pensar que tras algo bueno llega algo
malo, o que esas cosas buenas no me pasan a mí. Me cuesta creer que algo pueda
ser sincero y de verdad, porque estoy "acostumbrada" a tener que
superar mentiras.
Cuando conoces a alguien que se abre contigo, que
tiene ganas de verte, de hablarte, de compartir su tiempo contigo...., a tod@s
nos hace ilusión. Otras veces, simplemente, aparecen coleccionistas de tiempo y
sexo. Seres que quieren sentir o tener algo, independientemente de la calidad, en el
menor tiempo posible. Como si no tuviésemos tiempo para sentir, pero sentir de
verdad, y por ello vamos malgastando el tiempo, que no nos sobra, en buscar a una
persona con un reloj de arena sentimental con la misma poca cantidad de arena
que el nuestro.
¡Demasiado contacto y
poca profundidad!
Debe ser complicado renunciar a un "aquí te pillo, aquí te mato". Pero
yo deseo dosificar esos tragos, beber bien para no andar con el corazón
empapelado y nunca más volver a tener sed.
Siempre he buscado, y busco, la pieza del puzzle que
me falta para terminar de montar mi vida y mostrársela a alguien. Supongo que
debe estar perdida en algún sitio de alguna otra vida. He probado con varias que fueron apareciendo,
pero de momento no he dado con ella.
En definitiva, creo que somos personas normales que, en algún momento, han podido terminar locas por amor; pero ¡qué más da! si
lo importante es acabar de alguna manera. Después de un fracaso casi ni nosotros mismos solemos reconocernos. Pero al final lo importante
es ser, sabiendo que el pretérito nunca es perfecto y que el futuro nunca será
simple.
Io*
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