Ley
de vida: Si te lastiman una vez no es tu culpa, si lo hacen dos veces…..sí!!!
Ojalá
y no te arrepientas de haberme apartado de tu vida, quizá, en un tiempo, sea yo
quien no quiera intentarlo.
Sé
que soy una mujer emocionalmente intensa, pero no tengo ningún problema en
expresar lo que siento o me provocan, lo que quiero o no en cada momento. Sigo
mi instinto y lo que tú me provocabas (o provocas); porque no me importa lo que
pueda parecer, si no lo que realmente soy.
¿Sabes
qué? Decidí “escogerte” porque vi en ti lo que me apetecía tener en mi vida,
pero quizá sea momento de decir adiós, porque así me lo transmites. Se acaba la
mentira,
los
decir por decir, nos disfrazamos de extraños y cada uno por su lado.
¿Cuántos
errores cometemos en nombre del amor?
Podemos llegar a cegarnos tanto, que incluso podemos llegar a sacrificar
lo que nunca deberíamos, nuestra propia felicidades y más aún, nuestra
dignidad. Me enamoré de alguien de quien no debería haberlo hecho. Construí
historias que sólo existieron en mi mente, lo que siempre soñé para mi vida,
hasta que un día me dignidad me dijo: “No es para tanto”.
Me
hubiese gustado tener la oportunidad de hablar contigo, aunque fueses
chorradas, pero no me atrevo. Busqué la oportunidad, pero decías estar ocupado.
No sé si necesitabas tiempo o lo tenías claro. Sé que decir o hacer ciertas
cosas tiene consecuencias, pero lo realmente importante es darte cuenta de que
las oportunidades no son como los trenes, ni dependen de la suerte que tengas.
Las oportunidades nos rodean, y la verdadera suerte es saber detectarlas para
no dejarlas escapar.
Te
busqué en más de una ocasión, en el mejor momento, porque quería probarlo
contigo. Quería pelear para hacerlo bien, que saliera bien, porque no soy de
las que ofrecen o prometen algo que no pueda cumplir. No seré la más guapa, ni
la más agradable, no seré la más graciosa o indicada, pero te dije lo que me
provocabas y no pasa nada si nos equivocábamos, todos lo hacemos, aunque
realmente no creo que fuese nuestro caso. Nos pasamos media vida inmersos en
una feroz batalla entre cerebro y corazón, cuando lo importante de verdad es
rectificar e intentar.
La
excusa perfecta es un hola, aunque siempre es mejor un “buenos días”. Pero
esperar un mensaje tuyo ya no sé si es por costumbre o por imbécil.
A
pesar de todo, siempre podrás hablar conmigo, seguro que yo tendré unas
palabras para responderte. Mientras tanto, te deseo lo mejor y que seas muy
feliz, pero que siempre exista algo que te obligue a recordarme, aunque sean
cada uno de mis errores. No me rindo, eso es de cobardes, sólo que sé que ahora
parece el momento de marcharme, pero podría haber sido precioso que nos
hubiésemos dejado querer, bien.
Io*
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