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sábado, 13 de febrero de 2016

Bésame, tonto

A una sola jornada del día "más romántico del año", esta vez no enviaré ningún mensaje pasteloso ni ninguna de esas cosas que a mí tanto me gustan. Lo tengo, claro que lo tengo; ese mensaje grabado en mi cabeza no desaparece nunca, está agazapado como a la espera, en silencio, y tiene miedo de pronunciarse, pero estaría encantado de recibir ese beso, EL BESO, que tanto anhela, que tanto ha imaginado, que hasta ha soñado para poder saborear de una vez esos labios.

Me dicen que me caracterizo por ser una persona que entrega todo sin reservas, que lo vive intensamente, aunque sea la más mínima tontería (últimamente las tonterías abundan en mi vida); quizá tengan razón, porque considero que en una relación es fundamental, también, que ambas partes tengan el mismo nivel de compromiso, y es que a mí me gusta ser divertida, inventar siempre planes diferentes para romper la monotonía, detallista y dedicada para el hombre que me gusta.

Por ello, un beso, un simple beso, es algo importante al que últimamente no le damos el valor que en verdad tiene. Los seres humanos disponemos de una sugerente carta con la que los reconocemos, nos sosegamos y sobre todo, gozamos (a las seis semanas de la concepción, sólo medimos un cm y medio, pero ya tenemos una boca con labios bien definida, fijaos si es importante).

Hace ya bastante tiempo escribí algunas entradas sobre los besos. Dice tanto un beso entre dos personas!! Los hay ruidosos, profundos, secos, franceses, tibios, tántricos, etéreos, analgésicos, eléctricos, robados, traidores......, pero todos y cada uno de ellos, a menudo, desatan sensaciones tan estimulantes como adictivas, aunque su cotización en el mundo de la relaciones personales vaya perdiendo adeptos.

El primer beso es, frecuentemente, la experiencia sexual más recordada, por encima de la primera relación. Y es que el beso es mucho más íntimo. Puedes mantener relaciones con cualquiera, pero no puedes besar de verdad a cualquiera; qué me decís? Nuestros labios, nuestra boca y nuestra lengua están hiper conectadas con nuestro cerebro, por éso, difícilmente puedes meter en tu boca a quien no quieres.

Besar a alguien no te lleva al éxito, pero besar mal conduce, con toda seguridad, al fracaso. Es como la prueba del algodón, especialmente para nosotras las mujeres; podemos fingir un orgasmo pero no podemos mentir en un beso; si no te gusta besarte con alguien, difícilmente te vas a acostar o convertir en su pareja.

La boca, la lengua, los labios, la saliva, el aliento,....... no engañan, pero el olor se convierte, también, en un factor decisivo: el deseo de besar a alguien no surge si no alcanzamos un acuerdo con nuestro olfato, es decir, el aroma de la piel del otro tiene que embriagarnos (vaya si me embriaga).

Si toda esta actividad, en conjunto, tiene éxito, la tormenta bioquímica que se produce a una altísima velocidad tendrá efectos euforizantes y tranquilizadores a la vez. Por eso los besos se sienten tanto. Además de ponernos una sonrisa en el alma, las pulsaciones se aceleran, liberamos adrenalina, fortalecemos el sistema inmunitario al intercambiar bacterias e incluso perdemos calorías!!

Debemos, sin duda, promocionar este sistema de comunicación, besarnos mucho y muy bien, porque como dice el refranero español

"amor sin beso es como chocolate sin queso"

Así que por todo ésto y por otras tantas que ya te he dicho, no sé si deba seguir esperando el tuyo, pero por si te sirve de aperitivo........ahí va el mío; se ha cocinado tan a fuego lento que espero lo disfrutes.

   

    Io*

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